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Según cómo sea tu jefe, tus posibilidades de ascenso aumentan… o no

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Si hay algo en lo que todos o casi todos estamos de acuerdo es en que los jefes no gustan. No caen bien. Buenos, malos o regulares, lo cierto es que todos tenemos uno, lo sufrimos y son diana de una gran parte de nuestras quejas cotidianas en la oficina. Y la crisis no ha hecho más que agudizar esta circunstancia, con la posibilidad de un despido rondando amenazantes todo el día por encima de nuestras cabezas. Pero lógicamente, cada jefe es un mundo, y en función de su forma de ser y de encarar el trabajo, varían las posibilidades de la plantilla de progresar en la empresa.

Los jefes cumplen una función fundamental en el desarrollo profesional de sus trabajadores; por eso resulta tan importante su modelo de gestión personal. Pero, a efectos prácticos, ¿cómo afectan los jefes en la evolución de nuestra profesión?, ¿quiénes fomentan y ayudan a ‘su gente’ a prosperar y quiénes optan por ponerles la zancadilla? El psicólogo estadounidense Daniel Goleman ha desarrollado un catálogo de los tipos de líderes más habituales, que publica en su libro Líder resonante y disonante, en el que menciona seis tipos de jefes: autoritario, visionario, afiliativo, democrático, limitativo y coach o entrenador. Veamos en qué manera afecta la gestión de cada uno de ellos en los equipos que dirige. Y tu jefe, ¿en qué categoría encaja?

1. El mandón. El estilo autoritario está perdiendo seguidores, sin embargo la crisis económica está actuando como punto de apoyo para todos aquellos que aún se identifican con este modelo. Según el autor es, sin lugar a dudas, el peor de todos los perfiles porque el ‘ordeno y mando’ sólo conlleva sumisión y pasividad entre los empleados.

2. El timonel. Para él las personas son un mero instrumento mediante el cual conseguir sus propios objetivos. Según los expertos, el líder limitativo es en realidad un autoritario encubierto cuyo equipo tiene escasas posibilidades de desarrollo. Lo único que le importa es cumplir con los objetivos del departamento para luego apuntárselos él de cara a los directivos. Persigue su propia promoción en detrimento del resto de la plantilla.


3. El visionario. Steve Jobs o Bill Gates encarnan el modelo del jefe brillante, cuya personalidad impregna a la marca y cuya imagen termina por ser más famosa que la propia empresa. Este líder se caracteriza por transmitir su entusiasmo y su estrategia al equipo. Este modelo procura rodearse de los mejores para que unos complementen a los otros y así trabajar por un proyecto lo más sólido posible.

4. El coach o entrenador, es el líder que más interés muestra en el desarrollo de su equipo. Le interesan las personas, potenciar sus cualidades y darles cobertura para que progresen. Este tipo de jefe te impulsará a ser tú mismo, a descubrir qué es lo que quieres, cuáles son tus metas, y te brindará la oportunidad de adquirir responsabilidades, delegando para que, poco a poco, vayas convirtiéndote en una parte activa de la empresa. Este modelo fija objetivos, pero  brinda a sus trabajadores margen de maniobra para conseguirlos. En ocasiones puede resultar duro, pero eso es consecuencia de su deseo de que permanezcas alerta y de que tu motivación aumente.

5. El participativo o democrático, así conocido por su interés en conocer la opinión de sus colaboradores antes de tomar una decisión. Algunos expertos le califican de “blando” por su tendencia a promover la iniciativa más que a hacer correcciones. Es el modelo de liderazgo que está más presente en los últimos tiempos y se caracteriza por su preocupación por las personas que tiene a su cargo. Es ducho transmitiendo lo que quiere y cómo pretende llevarlo a cabo. Este sistema funciona porque delega en la gente al mismo tiempo que exige resultados.

6. El afiliativo, también denominado paternalista, fomenta las buenas relaciones entre los miembros del equipo. El peligro que corre este tipo de líder según los expertos, es que tan buena predisposición puede hacer que se confunda el departamento con un resort de vacaciones, en los que el compromiso, la consecución de objetivos y el ascenso pasen a un segundo plano. En este caso, las posibilidades de promoción se truncan y puedes perfilarse como una posibilidad remota.

El directivo europeo, cuando está formado en una escuela de negoción, tiende a ser participativo. Sus rasgos son más parecidos a los de los líderes norteamericanos; es más flexible que estos últimos y muestran más imaginación y creatividad que los primeros. Sin embargo, la crisis ha influido enormemente en el modelo de nuestros jefes y ha aumentado la urgencia en la toma de decisiones, lo que bascula hacia el tan temido estilo autoritario.


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