Ni actuar con prepotencia ni perder de vista nuestra valía. Tan malo es ser demasiado indulgente con uno mismo como no reconocer los propios méritos. Y es que, quien más quien menos, todos tenemos virtudes de las que sentirnos orgullosos.
Si muestras una actitud permanentemente negativa hacia tu trabajo, es posible que no seas capaz de identificar tus puntos fuertes. A continuación, te enumeramos algunos indicadores que pueden ayudarte a darte cuenta de este error. Si es así, te animamos a actuar cuanto antes y empezar a quererte un poco más. Una actitud imprescindible para seguir creciendo profesionalmente.
Conformismo. A pesar de que no encontrarte bien emocionalmente, asumes tu sufrimiento sin más, sin plantearte cómo mejorarlo.
Dependencia. Te sientes frágil e inseguro/a, y necesitas el respaldo de tus compañeros de oficina.
Falta de iniciativa. Te cuesta defender tu punto de vista ante los demás.
Aislamiento progresivo. Es posible que cada vez te cueste más relacionarte con otros profesionales.
Atribuir el éxito personal a la suerte o a los demás.
Descuidar las actividades de ocio. Distraerte y salir con tus amigos puede hacerte sentir culpable por no prestar la suficiente atención a tus obligaciones.
Falta de atención por la imagen personal. También es posible que la inseguridad te lleve al otro extremo, hasta el punto de prestar una atención excesiva a este aspecto.
Poca proactividad. Tu inseguridad puede llevar a bloquearte y a no emprender proyectos por miedo al fracaso.
Problemas afectivos. Puedes llegar a sentirte rechazado por tus compañeros.
Encajar mal las críticas.
Ser demasiado autocrítico.
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