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Cinco maneras de lidiar con un jefe chillón

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Hay responsables que a menudo responden al estrés, voluntaria o involuntariamente, gritando a las personas que tiene bajo su mando. En ocasiones, aunque lo que se diga no sea especialmente violento, son las formas lo que ponen en tensión al que grita, al que es gritado, y a cualquiera de ese entorno de trabajo. 

Forbes ofrece algunos consejos en base a la última publicación de Steven P. Cohen, presidente de una consultora llamada ‘The Negotiating Skills Company’ y autor del libro ‘El negociador práctico’. 

En esta obra aborda entre otros el comportamiento de liberar tensión e intimidar mediante los chillidos. Ante esta escena, Cohen ofrece algunas opciones para afrontar esta situación y conseguir rebajar el tono.

1. No digas nada. "Quédate sentado allí delante, con cara de póquer o incluso una expresión burlona, en absoluto silencio, que a veces es una buena manera de comunicar que lo que alguien acaba de decir o, en este caso, la forma en que lo dijo es ofensivo para usted". 

El chillón, al no ser respondido, seguirá gritando hasta que se de cuenta que la situación es esperpéntica o hasta que se le acabe el aire.

2. Explica en voz baja por que los gritos son molestos. Cuando el gritón haya acabado de hacerlo, respóndele con calma y en voz baja porque te molestan sus gritos. Algo así como “Cuando alguien me grita, me resulta muy difícil concentrarme. 

Creo que no nos estamos comunicando bien así que te agradecería que me lo volvieras a explicar con calma”. Es importante dejar claro que el mensaje es de nuestro interés, pero no en esa forma.

3. Habla en voz muy baja. Por norma. Paradójicamente, Cohen ha comprobado que en un entorno de gritos habituales, a quien más se escucha es al que habla en voz baja. Rebaja el tono incluso hasta el punto que alguien tenga que pedirte que lo aumentes porque no te escucha. 

Esto puede ser eficaz por dos motivos: uno, porque el chillón nota el contraste, y dos, porque el contenido de la discusión se desplaza al mensaje, y no a la forma.

4. Repite lo que te están gritando. En ocasiones, hay chillones que lo que les calma es ver que se ha entendido claramente su mensaje. 

Así que repite de nuevo lo que te acaban de gritar, no en las mismas palabras para que no parezca que estás imitando, sino introduciéndolo con una forma del tipo “Si te he entendido bien, quieres decir que…”. 

Sin embargo, no debería considerarse la primera opción, puesto que no hace que el que grita se replantee sus métodos.

5. Preparar una solución con previsión. En algunos casos es posible que uno pueda prever cuando se dará un pico de estrés y consecuentes gritos, así que los más inteligente es anticiparse y tener las respuestas preparadas. 

Sorprender a un superior claramente enfadado con propuestas ya pensadas y bien planteadas puede dejarle mudo, que al fin y al cabo, es lo que buscamos, aunque sea solo por un breve lapso de tiempo.

Cohen propone distintas alternativas según los distintos caracteres tanto del que grita como del que es gritado. Sin embargo, puede que en algún caso ninguna de estas cinco opciones funcione. 

El único remedio que queda entonces es aceptar que se trata de un comportamiento totalmente irracional y aprender a que nos afecte lo mínimo.


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