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Redes sociales: ¿dónde está la frontera entre lo profesional y lo personal?

Una reunión de viejos amigos a la enésima potencia. Esta definición serviría para referirnos a las redes sociales: aunque no siempre seamos conscientes, la comunicación 2.0 ha diluido la frontera entre nuestro día a día laboral y nuestra vida privada.

Con sólo entrar en Facebook, nuestros contactos —o cualquier otro usuario, dependiendo del grado de privacidad que hayamos configurado en nuestra cuenta— pueden saber qué música estamos escuchando en Spotify, qué noticias acabamos de leer en determinadas webs, si hemos comentado algún contenido online o si hemos pasado de nivel en algún juego. En otras palabras: nuestro tiempo de ocio se ha convertido en un escaparate. Además, la red social de Mark Zuckerberg también permite saber a qué hora se ha realizado esta actividad, lo que puede ser un peligro si coincide con nuestro horario laboral.

Los teléfonos inteligentes han obrado el milagro: toda esta información intrascendente, que hasta hace poco formaba parte de nuestra esfera personal, ha pasado a ser de dominio público. Y aunque la transparencia es una virtud, quizás ha llegado el momento de plantearnos hasta qué punto puede beneficiarnos este aspecto en el terreno profesional.

Prescindir de Internet no es la solución: de hecho, aunque apenas utilicemos la Red de redes, es más que probable que nuestro nombre figure allí, ya sea en alguna publicación del BOE o en los directorios online que, sin necesidad de inscribirse, ofrecen enlaces relacionados con nuestra actividad laboral. Y no debería extrañarnos: en un mundo en el que las nuevas tecnologías ya forman parte de nuestro día a día, nuestra identidad digital es igual de importante que la offline.

Además, si buscas trabajo o quieres mejorar profesionalmente, el suicidio online no es una opción: la Red ha de ser una plataforma para dar a conocer tu formación y experiencia, mediante un blog o bien utilizando las redes sociales profesionales, como LinkedIn.

De hecho, según un estudio reciente elaborado por la empresa de recursos humanos Robert Half, un 45% de los responsables de recursos humanos cree que las redes sociales acabarán sustituyendo el curriculum tradicional. Además, 4 de cada 5 reclutadores ya utilizan estas herramientas en sus procesos de selección. Y en cualquier caso: ¿quién contrataría a un community manager que no tiene presencia en la Web 2.0?

Eso sí: Internet puede ser un arma de doble filo: un comentario inoportuno o una foto con alcohol de por medio pueden descartar nuestra candidatura de cualquier proceso de selección. Para que no te ocurra, sigue estos consejos:

Lee la política de privacidad antes de descargarte una app y, si es posible, limita los correspondientes permisos de acceso.

Revisa periódicamente la configuración de la privacidad en tus perfiles sociales.

Cuidado con los móviles. Según algunos expertos, el simple hecho de tomar una foto con un Smartphone ya implica que puede ser hackeada y compartida. Si una imagen ha de ser privada, es mejor optar por las cámaras de toda la vida.

No sincronices tus cuentas. En LinkedIn no deberían aparecer contenidos que publicamos en aquellas redes más enfocadas al ocio, como Twitter.

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Información publicada en: http://www.quecursar.com

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