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Ese ascenso que no llega

ascenso, trabajo.
¿Quién no ha pensado alguna vez que merecería cobrar mucho más? ¿O que ya va siendo hora de que la empresa premie nuestra dedicación con un cargo de más responsabilidad y más dinero en la nómina? Si éste es tu caso, quizás podemos ayudarte.

Desengáñate: no hay recetas infalibles a la hora de conseguir un ascenso. Cada compañía es un mundo. En ocasiones, basta con estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, mientras que en otros casos implica en pago de un costoso peaje: años y años de sacrificio al servicio de la empresa. 

Por no hablar de opciones más arribistas: a veces, ser amigo de uno o más peces gordos ayuda y mucho, a solucionar la papeleta, aunque esto no es lo más conveniente ni para los intereses de la empresa ni para nuestro prestigio profesional.

No obstante, tampoco hay que perder de vista la cara más amable de nuestras habilidades personales. De hecho, no es necesario reírles las gracias a nuestros superiores si nos decantamos por otras vías más decorosas: por ejemplo, recurriendo al networking o tratando de mejorar nuestra reputación personal.

Dentro de este último apartado, influye mucho una estrategia cuanto menos complicada: no pecar de modestos, pero sin llegar a caer en la arrogancia o la petulancia. De hecho, los expertos señalan que conviene que nuestros jefes tengan conocimiento de nuestros logros.

Ahora bien: la manera de hacerle llegar esta información ha de ser moderada, y en ningún caso, no tiene que ser sinónimo de descalificar o desmerecer a un compañero de trabajo.

Éste es precisamente, otro aspecto que te ayudará a conseguir un ascenso: trabajar en equipo y ayudar en lo posible a nuestros colegas de oficina. El efecto boomerang de esta práctica es muy claro: si estamos dispuestos a echar un cable, la mayoría de nuestros compañeros nos corresponderán cuando lo necesitemos.

También resulta indispensable ser positivo, proactivo, y asumir los nuevos retos con entusiasmo. Del mismo modo, si éstos presentan dificultades, la actitud que hay que adoptar es la crítica constructiva. No vale con advertir problemas o dificultades: hay que aportar soluciones.

Con relación a esta cuestión, no es recomendable negarse a asumir responsabilidades que no supongan más ingresos o un ascenso formal. Si lo hacemos, estaremos cerrándonos una puerta que jamás volverá a abrirse.

Por supuesto, tampoco hay que parecer imprescindible en nuestro puesto de trabajo, ya que eso nos limitará cualquier ascenso. En cambio, hay que demostrar y empezar a cultivar aptitudes necesarias para ser jefe, como los dotes de liderazgo, la gestión de equipos o la visión de futuro.

Finalmente, otra regla de oro es apostar permanentemente por la formación. Reciclar o ampliar nuestros conocimientos con cursos de especialización, programas de posgrado o másters no sólo es un requisito indispensable en el mercado de trabajo actual, sino que será un punto a nuestro favor cuando nuestros superiores se planteen promocionarnos.


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Información publicada en: http://www.quecursar.com


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