Como jefes en nuestras empresas ¿Alguna vez nos hemos preguntado si nuestros trabajadores están contentos de estar ahí? ¿Si prefieren trabajar para otra persona? ¿Si aquello que los motiva a acudir al trabajo es el sueldo que les pagamos o los beneficios que proporciona nuestra empresa?
Muchas veces pensamos que la mayor forma de motivar a nuestros empleados es otorgar un buen sueldo y excelentes prestaciones laborales, ¿Pero esto es suficiente para motivar a un empleado? Tiene que ser algo más que eso. Los psicólogos nos dicen que hay cinco elementos motivacionales básicos en la relación entre una persona y su trabajo.
1. Reconocer al empleado como persona única.
Cada uno de nuestros empleados es distinto a los demás integrantes del grupo. A todas las personas les gusta sentir que reconocemos estas diferencias y las tratamos como personas especiales y no como individuos intercambiables. Los supervisores deben escuchar y observar a las personas que supervisan, además de aprender a diferenciarlas.
Debemos reconocer sus virtudes y limitaciones, sus gustos y aversiones, su manera de actuar y de reaccionar, adaptar nuestra manera de actuar de acuerdo a sus individualidades y características especiales.
Por ejemplo: Descubrimos que Marco es muy consciente de la seguridad y no corre riesgos por miedo a fracasar y poner en peligro su trabajo. Observamos que Beatriz es muy ambiciosa y quiere ascender tan rápidamente como se pueda. Entre los demás trabajadores, Samuel y Lily necesitan constantemente que los tranquilicemos, mientras que Carla siempre está probando nuevos enfoques. Si tenemos presenté estas diferencias, seremos capaces de trabajar de manera más eficaz con cada uno de ellos y de ayudarlos a obtener lo que más desean de nosotros como jefes.
La mayoría de personas que han llegado a puestos de supervisión o dirección están orgullosas de sus trabajos. Normalmente se han ganado el ascenso y han conseguido logros significativos. Estos hombres y mujeres se consideran una parte importante de la empresa. Si podemos infundir esta sensación de orgullo a todos nuestros trabajadores, daremos lugar a un aumento de su moral y de su compromiso.
Debemos explicar de qué manera el desempeño de su tarea específica contribuye a la consecución de la misión del departamento y de la empresa.
Debemos mostrar nuestro agradecimiento de manera constante y a ser generoso con nuestros elogios. Cuando las personas saben que agradecemos su trabajo, desarrollan y mantienen una sensación de orgullo.
3. Sensación de pertenecer al equipo de trabajo.
El compañerismo es esencial para que las tareas en grupo salgan bien. A todas las personas les gusta sentir que forman parte de algo más grande: “Un equipo”, un grupo social, una unidad militar o una empresa. Las personas están más contentas, colaboran más, y son más productivas cuando se identifican con su grupo, especialmente si este grupo es exitoso y especial.
Por ejemplo muchas personas fanfarronean de haber servido a la Marina de los Estados Unidos, explican ese sentimiento de orgullo de haber pertenecido a IBM, AT&T, Sony, Toyota y otras empresas prestigiosas.
Al lograr que nuestros empleados se involucren en las decisiones que afectan a su trabajo, conseguimos que se sientan importantes para la sección, lo cual incrementará su compromiso.
4. Trato justo.
Las políticas y los procedimientos deberían comunicarse claramente a los empleados y aplicarse de manera coherente e imparcial.
Cintia y Sandra tienen problemas de puntualidad. A la jefa le cae mejor Cintia, y no está demasiada contenta con Sandra. Le impone disciplina a Sandra por su tardanza, pero no llama la atención a Cintia. Con esta actitud no solo conseguirá que Sandra se moleste, sino también que todo el departamento la considere como jefa injusta.
Las personas responden emocionalmente (no de forma racional) cuando sus propios intereses corren peligro. El deseo de recibir un trato justo está profundamente arraigado con el carácter emocional de cada uno. ”El favoritismo es el mayor de los desmoralizantes”. Destruye la sensación de seguridad de aquellos que temen que sus propios esfuerzos no sean reconocidos.
5. Oportunidad de expresar ideas.
Mauricio nunca se olvidará de su primer jefe:
“Se me ocurrió una gran idea que podía aumentar la producción de mi departamento. Entusiasmado, me dirigí al jefe para explicárselo. Ni siquiera me escuchó. Me dijo: Se te paga por trabajar, no por pensar. Regresa a tu máquina. Nunca más volví a proponer otra idea mientras seguí en aquel trabajo”
Las personas que trabajan en una empresa determinada tiene gran intuición sobre su funcionamiento y a veces surgen con buenas propuestas. Todos somos más creativos de los que creemos. Deberíamos imponernos la norma de animar a nuestros trabajadores a hacer propuestas y a considerarlas seriamente. Si no son razonables, debemos explicarles por qué, pero jamás debemos ignorarlas.
“Los trabajadores deberían sentirse libres de hablar sobre su progreso personal con su jefe.”
Tal vez no nos damos cuenta, pero si nuestros empleados rara vez acuden a nosotros con sus problemas no significan que no lo tengan. Es más probable que no se sientan libres de comentarlos con nosotros.
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