1. Son indecisos. Los jefes horribles se definen en primer lugar por tomar decisiones provisionales, que con frecuencia se cambian a posteriori. Por el contrario, los grandes jefes saben tomar decisiones de forma rápida y sobretodo, se mantienen firmes con su determinación.
2. Son impacientes. Los jefes horribles son de mecha corta, y rápidamente generan una frustración que proyectan en sus empleados. Por el contrario, los grandes jefes mantienen su temperamento bajo control y no se sienten intimidades cuando sus empleados cometen errores.
3. Son demasiado dramático. Los jefes horribles inflan cada revés en un desastre, todos los competidores en un némesis, y cada día de trabajo en una serie de conflictos. Por el contrario, los grandes jefes de convertir los reveses en escalones, competidores en aliados, y cada día de trabajo en un buen día para estar vivo.
4. Son controladores. Los jefes horribles creen que sólo hay dos formas de hacer algo: Su manera o el despido. Por el contrario, los grandes jefes utilizan los rasgos individuales de sus empleados para alinear los objetivos personales con los objetivos de negocio.
5. Pero no controlan sus emociones. Los jefes horribles, aunque les guste controlar a los demás, les cuesta controlarse a sí mismos, y se dejan llevar por la montaña rusa de su humor arrastrando a los empleados con ellos. Por el contrario, los grandes jefes de cultivar la conciencia emocional para comprender sus propios procesos y aprovecharlos en beneficio de todos.
6. Tienen favoritos. Los jefes horribles ofrecen las mejores tareas a los empleados que mejor les caen, independientemente de su desempeño. Por el contrario, los grandes jefes dan a cada empleado la oportunidad de sobresalir en su propio camino.
7. Son vanidosos. Los jefes horribles acaparan el centro de atención y se atribuyen los éxitos de su equipo. Por el contrario, los grandes jefes siempre se dan cuenta de que sin sus trabajadores no conseguirían los éxitos.
8. No viven el presente. Los jefes horribles están siempre viviendo de los éxitos del pasado, incluso si son prehistóricos. Por el contrario, los grandes jefes tratan los éxitos del pasado con cautela ya que haber triunfado con anterioridad no garantiza repetirlo.
9. Culpan a los demás. Los jefes horribles eluden sus responsabilidades y culpan a sus empleados cuando las cosas van mal. Por el contrario, los grandes jefes saben que el fracaso de un equipo es siempre un fracaso de su liderazgo y rara vez del propio equipo.
10. Nunca son agradecidos. Los jefes horribles se echan flores a sí mismos porque han trabajado muy duro, sin tener en cuenta lo duro que han trabajado los demás. Los grandes jefes son siempre conscientes de que tienen éxito porque están a hombros de gigantes y lo agradecen.
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